La sequía que azota al gigante del
Mercosur, ha llevado el nivel de sus embalses al 20% de
su capacidad en un país donde la hidroelectricidad
representa 70% de la capacidad instalada y 60% de toda
la energía consumida.
Se trata de una de las peores
crisis hidrologías de las que se tiene registro desde
1931. Nunca hubo, al mismo tiempo, una situación tan
adversa en los subsistemas sudeste, centro-oeste y
nordeste.
La matríz energética brasileña está
compuesta principalmente de generación hidroeléctrica, a
través de más de mil centrales hidroeléctricas, entre
Pequenas Centrais Hidrelétricas (PCH), Centrais
Geradoras Hidrelétricas (CGH) y Usinas Hidrelétricas (UHE).
Los industriales culpan al gobierno
de falta de previsión y a la desorganización del sector
eléctrico.
La crisis eléctrica generará un
duro golpe a la industria brasileña en los próximos
meses y amenaza con crear un problema aún mayor para la
economía de Brasil: el racionamiento de energía. A menos
que lloviera mucho durante la segunda mitad de la
temporada de lluvias (marzo-abril), el racionamiento
estricto sería inevitable.
La última sequía de Brasil en 2001
obligó a racionar la energía y ayudó a poner fin al
dominio del partido centrista PSDB. El nuevo
racionamiento sería un desastre para la presidenta
Rousseff, ex-ministra de energía, cuyos índices de
aprobación cayeron notablemente a causa de una economía
débil y el gravísimo escándalo de corrupción en la
compañía petrolera estatal Petrobrás.
Un relevamiento inédito obtenido
por Valor demostró que, hacia finales de 2015, Brasil
pasará del 11º al 4º lugar en el incómodo ranking de
países con las tarifas industriales de energía más caras
del planeta.
Si se confirman los reajustes
esperados, las cuentas de luz en la puerta de las
fábricas subirán 43% en relación al nivel que tenían
antes del polémico decreto que la presidenta Dilma
Rousseff firmó en septiembre de 2012 precisamente para
derribar los costos de la electricidad y mejorar la
competitividad de las empresas.
El impacto de la puesta en marcha
de las centrales térmicas y la importación de
combustibles se sentirá inmediatamente. Eso llevará el
valor del MWh a 150/180 dólares hasta finales de
2015, según, lo que sería suficiente para
que el país supere las tarifas promedio de la industria
en otros siete países: Japón, México, Portugal, El
Salvador, Turquía, República Checa y Colombia. Los
industriales brasileños seguirán pagando solamente menos
que sus colegas de Singapur, Italia e India.
Es un verdadero desastre, dijo el
gerente de competitividad industrial e inversiones de
Firjan, Cristiano Prado. La suba de precios de la
energía se reflejará en que habrá más presión sobre los
márgenes de la industria y dificultades adicionales para
las exportaciones, dijo Prado.
El empresario cree que una solución
de emergencia para atenuar el problema sería tocar los
impuestos, principalmente el ICMS y el PIS/Cofins. Ambos
representan casi 50% del valor total de la tarifa. A
corto plazo, lo que se puede y tiene que hacer es
trabajar sobre la carga tributaria. O atacamos ese
punto, para no dejar al paciente morir, o la industria
vivirá un drama de competitividad.
Esta tendencia puede agudizarse en
el futuro. Hay estudios que establecen que la
temperatura en la Amazonia brasileña subirá hasta
seis grados hasta el final de este siglo que las lluvias
se reducirán en hasta un 45 %, lo que transformaría
partes de esa selva en una sabana.
El sur y sudeste registrarán un incremento de las
precipitaciones, mientras que en el norte, nordeste y
región central habrá menos lluvias.
Una de las conclusiones del estudio, titulado Informe de
Evaluación Nacional del Foro Brasileño de Cambios
Climáticos, es que los "eventos extremos de sequías
prolongadas", principalmente en la Amazonia, deben
"acentuar" los cambios a partir de la segunda mitad del
siglo XXI.
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